por María Jesús Morón
Una tormentosa tarde prenavideña supuso el decorado perfecto para el
visionado de la película elegida por nuestro cine club para cerrar el año
2019: La novia cadáver. Que no os lleve a engaño el título, puesto
que La novia cadáver es una maravillosa y hermosa película de animación
dirigida por Tim Burton y Mike Johnson en el año 2005. Basada en un cuento
del siglo XVI, “El dedo”, del rabino Isaac Luria y en la adaptación
ruso-judía posterior del siglo XIX, está ambientada en un pueblo ficticio
de la época victoriana y nos cuenta la historia de Emily y Víctor Van Dort.
Víctor Van Dort es el hijo de unos pescaderos que, de alguna manera, han
hecho fortuna (no se indica en la película cómo) pasando a ser nuevos ricos
y con aspiraciones de ascender socialmente. Con el fin de lograrlo,
conciertan el matrimonio de su hijo Víctor con Victoria Everglot, hija de
unos aristócratas arruinados. Pese a conocerse el día antes del enlace, los
dos jóvenes se enamoran y lo que prometía ser una historia de amor con
final feliz se tuerce durante el ensayo de la boda, ya que con los nervios,
Víctor es incapaz de recordar sus votos y termina dejando caer la alianza
de matrimonio al suelo y quemando el vestido de su futura suegra. Ante tal
desaguisado, es reprendido por el pastor Glaswells, el cual le prohíbe su
regreso hasta que no se haya aprendido correctamente sus votos
matrimoniales. Al huir del pueblo, Víctor se adentra en un bosque en el que
ensaya sus votos nupciales, despertando sin querer a Emily, el cadáver de
una joven novia fallecida que lo arrastrará al mundo de los muertos. Tim
Burton representa el mundo de los muertos como un mundo alegre, lleno de
color, con cadáveres, esqueletos y alimañas bebiendo, bailando y celebrando
la eternidad, en contraposición a un mundo de los vivos gris, donde la
gente camina cabizbaja, encorvada y con semblante triste. Víctor, soñador y
distraído, encontrará en el mundo de los muertos lo que nunca encontró en
el de los vivos: vitalidad, bondad, dulzura,.. especialmente en el
personaje que da nombre a la película, Emily, la novia cadáver. Emily, que
admira la belleza de la luna la primera vez que sube a la tierra tras su
muerte. Emily, que le regala los huesos de su perro Sobras (Scraps en la
versión original). Emily, enamoradiza, bondadosa, confiada y en búsqueda
del ideal del amor romántico que perdió en vida y que cree haberlo
encontrado en Víctor.A lo largo de la película vemos como, de entre los protagonistas, el personaje que más emociones expresa, Emily, es precisamente el que no tiene corazón. Asunto al que hace varias veces referencia, apesadumbradamente, la misma Emily: la carencia de latido, de su propio latido. Sin embargo, los espectadores vemos como pese a sus heridas físicas y de las otras, Emily, nuestra novia cadáver, canta, ríe, siente celos, angustia, tristeza (preciosa escena junto a Víctor tocando el piano) y mucho dolor. Tanto, y tanto ha sufrido, que no es capaz de provocarlo en los demás y al final de la historia liberará a Víctor para que pueda casarse con la mujer a la que realmente ama. Con esta muestra de amor, Emily queda por fin libre del trauma que la anclaba a la eternidad.
En La novia cadáver hay decorados que alcanzan cinco metros de altura y hasta ocho metros de profundidad.
En definitiva, una obra de arte, tanto desde el punto de vista cinematográfico como artístico, que llenó de hermosura la alicaída tarde que la meteorología nos tenía preparada.Menos mal que luchamos contra la adversidad. Como Emily.
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