El blog de la Biblioteca del IES Rodrigo Caro de Coria del Río

viernes, 18 de octubre de 2019

Píldoras para leer: "El miedo"

El Miedo


por Ana Lama

Unos pasos en la escalera. Un escalofrío. El bosque. La noche sin estrellas. Las ruinas. Una cueva. Estar perdido. Lo desconocido. La soledad. La ruptura. Un gato negro. Estar enfermo. Un cementerio. Las pesadillas. Un temblor. Gritos.

El miedo forma parte de nuestras vidas, nos pone en alerta. El miedo es imprevisible, inesperado. Surge, a veces, ante un hecho concreto que nos sobrepasa; otras, lo provocamos nosotros en los otros o simplemente aparece de la nada y nosotros mismos lo hacemos más y más grande. Palidecemos, temblamos, lloramos. Es una forma de ir entrando en la muerte, fugazmente y escapamos. Cuando regresamos del miedo, estamos agotados pero sentimos una extraña fuerza interior, que nos da confianza en nosotros mismos. Continuamos en la vida, soñamos, atravesamos, sonreímos. Y un día, de pronto...

...unos pasos en la escalera. Un escalofrío. El bosque. La noche sin estrellas. Las ruinas. Una cueva. Estar perdido. Lo desconocido. La soledad. La ruptura. Un gato negro. Estar enfermo. Un cementerio. Las pesadillas. Un temblor. Gritos.


En los próximos días, se nos llenará el instituto de naranja, morado y negro, de calabazas y sobre todo, de espíritus de difuntos que vagan libremente entre nosotros. Uf, qué miedo. Para combatirlo, hacemos una fiesta de ello. Pero hay otro miedo, el de todos los días, los pequeños miedos que nos asaltan y nos transforman. De esos queremos hablar aquí en esta sección. Así que ahí va el reto:

Y para ti, ¿qué es el miedo? Cuéntanos cuándo, cómo, dónde, por qué, para qué... lo has sentido alguna vez.
The Headless Horseman Pursuing Ichabod Crane ©Dominio Público
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miércoles, 16 de octubre de 2019

Cine-club del Rodrigo Caro: El resplandor (1980), de Stanley Kubrick


"THE SHINING Movie Poster" by TommyPocket Design is licensed under CC BY-ND 4.0

por Juan Gabriel Martínez
El cine-club del Rodrigo Caro ha iniciado una nueva edición con el visionado de todo un clásico del cine de terror: El resplandor. Pese a los 39 años transcurridos desde su estreno, que tuvo una fría acogida entre el público y fue despreciada y rechazada por la crítica, esta película no deja de causar espanto y provocar un escalofrío entre los espectadores, ya sea la primera o la enésima vez que la ven, fenómeno que pudimos experimentar cuantos nos dimos cita el pasado 30 de septiembre para verla. Sus imágenes han quedado como referentes para públicos de todas las edades, incluso aunque algunos no hayan visto el film, pero que identifican perfectamente a un niño pedaleando a lo largo de pasillos enmoquetados, a unas gemelas vestidas exactamente igual, o un rostro congestionado asomando por una puerta rota con un hacha. Los logros visuales de Kubrick, su exploración técnica en el uso de la cámara (la Steadycam, novedoso sistema de filmación para sustituir a los costosos travellings, sólo usado en tres películas anteriores), la narrativa y el lenguaje cinematográficos puestos al servicio de una historia excelente del excéntrico Stephen King… todo ello dio como resultado una película que nos sigue impresionando y que siguesiendo un ejemplo de cómo se hace terror actualmente. Está claro que se trata de un género con muchos seguidores en nuestros días, y para confirmarlo basta echar un ojo a la cartelera y observar cómo casi la mitad de los estrenos en las salas más comerciales pertenecen a este género, confirmado por su presencia en las listas de las películas de mayor recaudación, pero lamentablemente muy pocos de esos títulos tienen la calidad de esta cinta, y con toda seguridad “nadie hablará de ellas cuando hayan muerto”, parafraseando el título de la película de Agustín Díaz Yanes.
En esta película, con su particular sentido del cine, donde abordó casi todos los géneros, desde el histórico (Espartaco, 1960) hasta la ciencia ficción (2001, una odisea del espacio), pasando por la comedia (¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, 1963) o el erótico (Eyes Wide Shut, 1999), Kubrick decidió ofrecer una lectura personal de la novela homónima de Stephen King, con la que éste no quedó muy convencido. Para Kubrick los contenidos subliminales, las alusiones psicológicas, sociales e históricas son fundamentales para transmitirnos su visión del mal latente en nuestra sociedad. Lo paranormal va de la mano con lo cotidiano, y el mal puede encontrarse en cualquiera de nosotros pese a los intentos que hagamos por resistirnos a él. Los “pecados” de los seres humanos, las malas acciones cometidas a lo largo de la historia, encuentran una fisura para colarse en nuestro día a día, en las vidas más normales, de modo que el mal que se desplaza en el tiempo hace mella en los individuos más débiles.
"The Shining" by Bartosz Kosowski is licensed under CC BY-NC-ND 4.0
La normalidad aparente de los tres protagonistas va de la mano con la capacidad extrasensorial del niño, un pequeño desconocido hasta entonces que Kubrick eligió por la “capacidad de concentración que vio en él”. Danny Lloyd no tuvo posteriormente una carrera cinematográfica exitosa, lo que lo llevó a abandonar el cine y proseguir una vida corriente. ¡Ah, los niños! ¡Esos seres tan inocentes y dulces, pero con una vida interior que los adultos no entendemos y ante la que experimentamos desazón a la más mínima señal anómala! ¡Cuántos protagonistas infantiles han protagonizado películas de terror! Danny tiene un amigo imaginario con el que se comunica y que Kubrick materializa en el dedo índice con el que habla. Pero algo tan normal va acompañado de la telepatía, esa actividad parapsicológica que brinda a Stephen King uno de los aspectos paranormales con los que tejer su historia. Ése es “el resplandor” al que alude el título, según la explicación que le da el cocinero del hotel, Dick Halloran, protagonizado por Scatman Crothers, un habitual en papeles secundarios, siempre eficaz y en esta interpretación altamente convincente.
Otro aspecto paranormal será la posesión mental que sufre Jack, el padre de Danny, del que los fantasmas del pasado que habitan el hotel se servirán para seguir cometiendo atrocidades. Hasta Wendy, la inocente e insustancial madre (siendo malvados, hay quien llegó a decir que Shelley Duvall fue elegida para este papel por su poca relevancia y casi nulo carácter) llega a ver algunos de esos seres malvados del pasado en la orgía de horror que se desata al final. ¿Ocurre todo eso en realidad? ¿Puede haber una explicación real y racional de cuanto ocurre?
 La tendencia al exceso de Jack Nicholson encontró en la figura del padre un medio eficaz para mostrar la alienación que sufre Jack, esa dualidad del padre que no quiere ningún mal para su familia, aunque se muestra débil para hacer frente a la llamada del mal, incapaz de resistirse a su seducción.
Con esos cuatro personajes y un entorno extraordinario, el de un hotel de lujo aislado en medio de las Montañas Rocosas, construye Kubrick una historia de terror y trágica, en la que el director quería incluir alusiones a páginas oscuras de nuestro pasado, como por ejemplo el Holocausto.
El ritmo lento de la película, cuya trama se desarrolla básicamente en una semana (cuando la nieve deja aislado al hotel y las comunicaciones se ven dificultadas por la tormenta), los diálogos lentos y los largos planos-secuencia llenos de silencios, pero acompañados por la banda sonora, nos hacen sentir incómodos, haciéndonos experimentar las angustias de los protagonistas, temiéndonos que ocurra lo peor porque sabemos que lo puede y va a ocurrir. Y lo más terrible es que resulta creíble, porque así han ocurrido grandes tragedias individuales y colectivas en la historia de la humanidad. Es esa banalidad del mal de la que nos habla Hanna Arendt: cualquiera de nosotros podemos llevar dentro el germen (de frustración, de violencia, de envidia, de necesidad de reconocimiento) que sólo aguarda a que se presente una ocasión para dejarnos seducir, a recibir una llamada (¿del presente, del pasado?) que nos lleve a vivir o protagonizar la peor de las pesadillas.

"The Films of Stanley Kubrick" by Graham Corcoran is licensed under CC BY-NC-ND 4.0

La atmósfera opresiva de la película, con los tres personajes principales aislados en medio de las Montañas Rocosas de Colorado, se ve reforzada con su banda sonora. El propio Kubrick se encargó de la elección de las obras para acompañar las secuencias más significativas, algo habitual de este realizador, y encargó a Gordon Stainforth, su asistente de dirección, la sincronización de los pasajes musicales con las secuencias de la película. El resultado es notable, con momentos inolvidables perfectamente subrayados por los elementos sonoros. En este sentido, es citada como ejemplo la escena de Danny en los brazos de su padre cuando éste ya he empezado a sufrir los efectos de los fantasmas del hotel. Para ella, Stainforth ajustó al desarrollo de ésta una tercera parte del tercer movimiento de la Música para cuerda, percusión y celesta, de Béla Bartók, según la evolución del diálogo entre ellos. También es notable el trabajo de Wendy Carlos y Rachel Elkind, que a partir de un himno fúnebre de la Edad Media (Dies Irae), mezclado con voces y sintetizadores, compusieron el tema principal con el que se abre la película. Pero la mayor parte de las piezas musicales se deben al compositor polaco Krzysztof Penderecki. Las escenas que corresponden a piezas de este clásico del siglo XX son numerosas: el despertar de Jack bajo su escritorio aterrorizado por una pesadilla, el sueño de Danny mientras su padre entra en la habitación 237, Wendy golpeando a Jack con el bate de béisbol, o descubriendo lo que Jack escribe en la máquina de forma repetitiva, Danny escribiendo REDRUM en la puerta de la habitación, o recorriendo los pasillos con el triciclo… La fuerza de su música atonal y experimental es fundamental para crear esa atmósfera onírica y paranormal en la que evolucionan los personajes hasta el dramático final.

No podemos dejar de hacer una breve referencia al polémico doblaje en español, dirigido por Carlos Saura por expreso deseo de Kubrick. Y en particular al criticado trabajo desempeñado por Verónica Forqué como Wendy. Tampoco se escapó Joaquín Hinojosa de las críticas recibidas por su trabajo poniendo voz a Nicholson. Todo el mundo coincidió en lo poco adecuado de las interpretaciones vocales, pero incluso esto, que muchos creyeron que “rompía el tono, la tensión y la atmósfera del original”, ha quedado como una marca más de la película.
Se trata de la única película de Kubrick que no recibió ninguna nominación a los Óscar. Por el contrario, sí que fue candidata a los Premios Razzie (los anti-Óscar), lo cual da muestra, como decíamos al principio, de la mala opinión que los críticos tenían de ella. Fue considerada experimental y underground. Incluso fue cuestionada como película de terror por ser lenta y complicada, cuando no directamente ignorada precisamente por pertenecer a ese género considerado como menor. El tiempo ha demostrado que El resplandor es todo eso y más, y que había que dejarlo pasar para entender a Kubrick y lo que esta película iba a significar en la historia del cine. Martin Scorsese ha llegado a clasificarla entre las siete mejores películas de terror de la historia. Respecto a si nos aterra, sólo tendríamos que preguntar a los que nos juntamos el último lunes de septiembre para verla. Yo no recuerdo otra sesión donde se escucharan más sonidos y exclamaciones. Ahí lo dejo.
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