Eligió
la forma de una aparición. Una mañana soplaba viento del norte que, disipando
las brumas, la trajo hasta aquí: alta (“de mirar las palmeras”), hermosa,
dulce, singular… La biblioteca, los pasillos, las aulas… las estancias que fue
recorriendo se fueron impregnando de horizontes y porvenires; en un vago
interés fue transformando en su imaginación todo lo que veía. Es posible que en
ese recuento ya echara en falta las cosas que habría de sacar de su bolso, sin
importarle el tamaño, y que permanecerán como un sólido recuerdo: un aula al
aire vivo y un poeta-amigo libre.
Bondadosa
y compasiva siempre con los niños, con ayuda de sus palabras (sus poderes
mágicos) y gracias a ellas, les abrió puertas a campos animados, los hizo flotar en el aire con su imparable
buen humor, no sin hacerlos reparar en las mujeres de las palomas, que piden le
compren alimento para las pobres aves.
Pero
en el contrato de la vida, ella estuvo de acuerdo en quedarse hasta que
cambiara el viento. Se fue, pues,
fugazmente, como había venido.
Después
de ella, de sus cometas remendadas, se
nos ha quedado la costumbre de las altas miras. Así, mirando al cielo la
despedimos cariñosamente esperando que quizá vuelva pronto.
Ana Lama
0 comentarios:
Publicar un comentario