Don
Quijote es un personaje tan presente en nuestra cultura que el pobre Cervantes
se ha convertido en un personaje secundario de esta historia universal. Pero
también él protagonizó varios episodios dignos de una novela de aventuras.
Al
principio nos preguntábamos si de verdad era manco. Y sí, pero no de nacimiento
ni como consecuencia de un accidente doméstico. Cervantes, el de verdad, estuvo
sirviendo a Don Juan de Austria en las galeras de Italia, combatiendo en
Sicilia y en Nápoles. Fue soldado muchos años y en la batalla naval de Lepanto
perdió el uso de su mano izquierda de un balazo.
A
la vuelta, venía con cartas de recomendación para que en Madrid le hicieran
merced por los servicios prestados y entonces… fue apresado y secuestrado por
los corsarios de Berbería. Estos pensaron que Cervantes sería de familia noble
o con hacienda por aquellas cartas que llevaba firmadas por gente importante.
Sea porque pedían demasiado dinero por él o porque él cedió su lugar a su
hermano Rodrigo, su cautiverio duró cinco años.
Cuando
llegó a Madrid ya nadie se acordaba de Lepanto y Cervantes tuvo que contentarse
con embargos para las armadas regias por el sur de España. Manejando dinero, se
vio envuelto en complicaciones… pero eso es ya otra historia.
Y así lo
cuenta él mismo en el prólogo a las Novelas
ejemplares:
“Fue
soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia
en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de
un arcabuzazo; herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por
haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados
siglos ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras
banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlos V, de feliz memoria»
0 comentarios:
Publicar un comentario