El blog de la Biblioteca del IES Rodrigo Caro de Coria del Río

miércoles, 10 de junio de 2020

Cine-club del Rodrigo Caro: Los Juncos salvajes (1994) de André Techiné



por Enrique López


En primer lugar me gustaría agradecer a mis compañeros del programa de Aula de Cine por aceptarme en tan selecto Cine Club; ha sido un placer poder compartir buen cine y aprender a través de la mirada de los otros, por tanto me siento honrado por dejarme escribir la reseña de este “coming of age” o despertar de la madurez.
Es un género que está presente en la literatura occidental desde Homero que vemos en las figuras de Patroclo y Telémaco, en el cine en títulos tan emblemáticos como Pinochio (1940), Los 400 golpes (1959), El Rey León(1994) o Call me by your name (2017). El género nos ha demostrado que no ha pasado de moda con el éxito de series como Stranger Things (2016) o Sex Education (2019) en las plataformas digitales.
El secreto es que es un tema universal, que se recrea en la nostalgia, en el conflicto del desarrollo personal y en la crisis que supone la adolescencia, si bien, envejecen mal cuando los espectadores no comparten los mismos referentes culturales con su creador que suele recrear su propia adolescencia.
Los Juncos Salvajes es, por tanto, la película más autobiográfica de su director André Téchiné aunque ya había explorado los temas de la adolescencia, la homosexualidad y la falta de referentes masculinos en filmes anteriores en Les Innocents (1987) y En la boca, no (1991). Un año después del éxito que obtuvo en Cannes con Mi estación preferida (1993), con los Juncos Salvajes consigue el reconocimiento en los premios César y fue seleccionada para representar a Francia en los Oscar a mejor película extranjera.
Téchiné recrea su propia adolescencia, un internado en el sur de Francia en los años 60 con el telón de fondo el conflicto tan traumático que supuso la Guerra de la Liberación de Argelia. Filmada con un gusto poético, podemos intuir el cariño con el que el autor recuerda su propio despertar. François, Serge y Maïté forman el triángulo amoroso cuasi tóxico donde todos se necesitan y crean el conflicto interior que hacen que maduren, dejen atrás sus miedos y se enfrenten a sus miedos. No tiene una visión pesimista de la vida y ve la adolescencia como un punto de partida hacia lo desconocido con unas ganas recobradas tras una crisis personal.
Téchiné representa esa generación heredera la Nouvelle vague de Truffaut o Rohmer, que entiende el lenguaje cinematográfico con respeto a los maestros como Bergman. Me quedo con la escena en la que François busca ayuda en la única persona homosexual que conoce, el Monsieur Cassagne que no se atreve ni a mirarse en el espejo. Refleja esa crisis generacional más allá del conflicto de la homosexualidad. François representa esas ganas de vivir frente a Cassagne ha olvidado lo que significó el amor para él.
Me parece interesante la figura de Henri, el cuarto en discordia que hace avanzar la acción y desestabiliza a nuestros tres personajes: a François le hace plantearse lo que significa el amor y el deseo, a Maïté sus ideales políticos y a Serge el conflicto que causa la muerte de su hermano. Henri hace explotar el mundo de nuestros personajes y como el viento viene y va trastocando nuestros cimientos.
François es encarnado por Gaël Morel que supuso el debut y el reconocimiento instantáneo por la crítica con la nominación a Mejor actor revelación de 1995 en los César.
La homosexualidad, la guerra, los conflictos de clases, el racismo, los ideales políticos tienen un gran peso en la historia pero no la dominan; lo importante es el crecimiento personal que tienen que atravesar los personajes que culmina en ese bucólico paseo final junto al río, junto a los juncos salvajes.
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