El blog de la Biblioteca del IES Rodrigo Caro de Coria del Río

lunes, 22 de julio de 2019

Cine-club del Rodrigo Caro: Amanece que no es poco de José Luis Cuerda (1988))

Autora: María Jesús Morón


El pasado 28 de marzo vislumbramos en nuestro cine club una rara avis de la filmografía española: Amanece que no es poco. Película coral, en la que vemos cómo transcurre la vida en un pueblo de provincias, manchego para más señas, dirigida en 1988 por José Luis Cuerda, con un elenco de actores cuyas carreras han discurrido con mejor o peor suerte desde entonces. Tirando de hemeroteca, vemos que fue una película con escaso éxito en su momento, plagada de anécdotas y de la que surgieron, cual seguidores de Star Wars, los Amanecistas, individuos que repiten hasta la saciedad diálogos de la película y que se reúnen anualmente en Molinicos, Ayna y Liétor, todas localidades de Albacete en donde se rodaron la mayor parte de las escenas. Precioso canto a la inocencia. Que nos hacer reír por el absurdo de algunas intervenciones, pero que deja un poso de tristeza al final, al recordarnos que la inocencia, comúnmente asociada a la infancia, se pierde con la adultez. La del espectador, en este caso. Porque los personajes de este pueblo son como niños jugando en el patio del colegio. Cada uno tiene su papel: el maestro, el médico, el policía…, aunque también hay otros roles más adultos: la prostituta, el cornudo, el borracho, el suicida…, y todos cumplen con sus obligaciones, como hacen los niños disciplinados y aplicados. Y hay también niños en la película, niños de verdad, los alumnos del profesor, que parecen más adultos que sus padres. Incluso hay una niña que, físicamente, es mayor que su madre. La vida al revés. A lo Benjamin Button. 

 

Película surrealista, con hombres que nacen en los bancales, como malas hierbas, suicidas que no consiguen morir, mujeres que quedan preñadas una noche y a los diez minutos, dan a luz, y un sinfín de particularidades que han hecho de esta película un largometraje de culto para una generación de espectadores Recomendable, por tanto, adentrarse en este pueblo, en el que existe una auténtica devoción por Faulkner, en el que nadie es malicioso ni nocivo y se actúa por el bien de la comunidad. Quizás, hasta aprendamos algo viéndola y si no, si el sol nos sale por el otro lado, siempre nos quedará el ¡Me cago en el misterio! para liberarnos de todo, parafraseando a José Sazatornil y a un buen amigo mío.
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