El blog de la Biblioteca del IES Rodrigo Caro de Coria del Río

domingo, 4 de marzo de 2018

Cine-club del Rodrigo Caro: Tierras lejanas (1954), de Anthony Mann

Autor: Juan Gabriel Martínez

Por fin hemos podido retomar nuestro cine-club tras el parón navideño. ¿Y qué mejor manera de empezar que con un wéstern? Así cerramos el primer trimestre y así queríamos empezar el segundo. En esta ocasión se trata de Tierras lejanas, de un director del que ya hemos visto otra película en sesiones anteriores (El gran Flamarionn). En el reparto, destaca un ya veterano James Stewart, un vaquero adusto, huraño, recio, como manda el canon que sean los hombres del oeste, y más en esta historia situada en las frías tierras del norte del continente americano, en la frontera entre Canadá y Alaska, en el difícil y varonil mundo de los buscadores de oro. Hasta esa geografía nos lleva el periplo de Jeff Webster (James Stewart), acompañado de su inseparable Ben Tatem (Walter Brennan), dos cowboys que han conseguido llevar hasta Seattle un numeroso rebaño de reses recorriendo 800 Km. Para conseguirlo han debido extremar la disciplina con algunos de los cowboys contratados para que les ayudaran en tal empresa, hasta el extremo de que Jeff Webster ha matado a uno de ellos que pretendía abandonarlos llevándose las reses.
Llegados a Seattle, el particular y despótico sheriff de Seattle, Mr. Gannon (John McIntire) detiene arbitrariamente a Jeff y Ben, y los libera de igual modo, pero pretende sacar provecho de la situación y quedarse con todo el rebaño como multa. Este será el principio del enfrentamiento que ambos mantendrán y que servirá de hilo conductor durante toda la película, sucediéndose los encuentros y los desencuentros entre ellos.
Los personajes femeninos son escasos en este género, y siempre son algo ambiguos, colaterales al personaje principal. Así, en la película vemos cómo una mujer empresaria, la dueña de un saloon, Ronda Castle (Ruth Roman) protege a Jeff en el barco que los lleva de Seattle a Alaska cuando pretenden detenerlo por el crimen, y seguirá defendiéndolo ante el sheriff con la intención de que trabaje para ella. Una vez en Alaska, Jeff y Ben pasarán a Canadá (en esa época perteneciente a la corona Británica) y, aprovechando la noche, Jeff recupera el ganado, que pretende vender para poder retirarse definitivamente a un rancho alejado y tranquilo con su amigo Ben, sueño del viejo vaquero que aspira a la tranquilidad de una serena vejez. Su amigo Rube (Jay C. Flippen) y la joven Renee Vallon (Corina Calvert) se quedarán en el poblado de Alaska, él como sheriff, ella esperando a Jeff, del que, pese a su diferencia de edad, está enamorada. Renee, con su juventud e inocencia, es todo lo contrario de Ronda, que los acompañará, intentando seducirlo y asociarlo a su futuro, que ve como beneficioso para ambos. Pero el sheriff Gannon, aun fuera del territorio americano sobre el que tiene jurisdicción, tiene mucho que decir sobre un ganado que considera suyo.
El esquema es simple: aventura, paisajes magníficos, enredos amorosos, ambición y poder, buenos y malos sin grandes profundidades psicológicas. Y así debe ser para que el wéstern funcione como mandan los cánones, según un acertado guión de Borden Chase, lleno de tópicos e iconos que se repiten como leitmotivs significativos: el café, una campanilla de sonido familiar…
Al éxito de ese esquema no es ajena la fotografía de William Daniels, capaz de captar la magnitud de esos paisajes, el ambiente de esos poblados de buscadores de oro en un mundo de hombres rudos pero tiernos, y transmitir la libertad anhelada por los protagonistas. Ni mucho menos la excelente música épica de Joseph Gershenson, con esa sonoridad orquestal tan típica de las películas del oeste que todos sabemos reconocer desde los primeros acordes.
Es curioso que Anthony Mann (1906-1967), el director de este extraordinario film, no recibiera grandes reconocimientos durante su vida, pese a su dilatada carrera (su primera película, Moonlight in Havana, es de 1942; la ultima, que no pudo terminar, A dandy in Aspic, de 1968). Entre ellas destacan sus westerns con James Stewart y Gary Cooper. Su figura fue relativamente ignorada en el mundillo de Hollywood, pero años después de su fallecimiento, en 1979, la crítica americana Jeanine Basinger escribió una monografía que lo recuperó a él y su obra para los nuevos amantes del gran cine. Esta publicación fue presentada en el Festival de San Sebastián de 2004, profusamente ilustrada; y posteriormente se han publicado muchos de sus filmes en DVD, haciendo que los espectadores del siglo XXI disfrutemos de nuevo de su arte. Si aun no lo conocéis, no dejéis pasar más tiempo para disfrutar de su cine.
Y no olvidéis que nuestro cine-club continúa y os espera. ¡Nos vemos el mes que viene!

Juan Gabriel Martínez
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