La mejor forma de homenajear a una profe de Lengua y Literatura siempre será hacer que nos lea un cuento.
Concha Caballero nos leyó el curso pasado un fragmento de Alicia en el País de las Maravillas en aquel vídeo que grabamos alumnos y profesores del Rodrigo Caro para conmemorar la publicación de la obra inmortal de Lewis Carroll.
Concha leyó el final del capítulo 1 en el aula de nuestro centro que más le gustaba; aquella a la que llevaba a sus alumnos cada vez que los rigores de la meteorología o la pedagogía lo toleraban: los bancos de ese jardín que no desentonaría en Wonderland.
¡Léelo otra vez, maestra!, gritarían ahora con gusto esos primeritos de ESO que querían crecer como Alicia o esos niños y niñas Adultos que habían regresado a Nunca Jamás de su mano, o, por mejor decir, de su voz.
Concha leyó el final del capítulo 1 en el aula de nuestro centro que más le gustaba; aquella a la que llevaba a sus alumnos cada vez que los rigores de la meteorología o la pedagogía lo toleraban: los bancos de ese jardín que no desentonaría en Wonderland.
¡Léelo otra vez, maestra!, gritarían ahora con gusto esos primeritos de ESO que querían crecer como Alicia o esos niños y niñas Adultos que habían regresado a Nunca Jamás de su mano, o, por mejor decir, de su voz.
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